Bartleby
El escribano
Para el mundo literario la obra monumental de Herman Melville es, no se cuestiona, su novela Moby Dick. Pero poco se sabe del fracaso que tuvo esa publicación entre los lectores y la crítica, que en nada anticiparía el actual “reconocimiento” que goza esa colosal aventura de la ballena blanca. Un periodo de derrota y frustración que mantuvo a Herman Melville (1819-1891) con la idea dar por cancelada su carrera de escritor. De esa sequía, vacío y parquedad se origina la anécdota de su personaje “Bartleby”, que fue publicada en 1885.
Un cuento sobre la soledad, el lenguaje y el silencio.
Adelantado a Kafka, celebrado por Borges, recuperado por Vila-Matas, levantado como proclama por Agamben y actualizado por Chul Han en los tiempos corren.
Bartleby, pese a brevedad, nos confirma con grandeza que la negación es una consigna vigente para subvertir el mundo laboral. Del mismo modo que una excusa e invitación –también escondidos tras un biombo– para detener el tiempo de la producción y resistir el ocio de la lectura, mirando hacia a ese interior que tanto perturba a las personas ocupadas.