Proyecto Vermut: historias y memorias de los cines de Concepción
SOBRE PROYECTO VERMUT Y ESTE LIBRO
“¿Por qué negar la necesidad evidente de la memoria?”
Hiroshima, mon amour
En 2012 emprendimos una iniciativa cuyo objetivo inicial era proyectar cine chileno en espacios públicos del
centro de Concepción, especialmente aquel que quedaba fuera de los circuitos comerciales. Para ello escogimos un territorio que define de manera única la vida urbana penquista: las galerías comerciales, ese tejido
de pasajes interiores diseñado para proteger del sol en verano y de la lluvia en invierno. Con los años, estas
galerías han moldeado la manera en que habitamos el centro, convirtiéndose en un sistema arquitectónico
tan funcional como identitario.
Fue en esos intersticios donde descubrimos la reveladora coincidencia de que varias de ellas habían albergado salas de cine en el pasado, aunque en ese momento no existía prácticamente historiografía que reuniera
esa información. El único antecedente disponible era una publicación elaborada a principios de los 2000 por
un arquitectos de la Universidad del Bío-Bío, que consignaba la existencia de 14 salas en la ciudad. Esa cifra,
obtenida a partir de fuentes fragmentarias, fue durante un tiempo nuestro marco de referencia.
Desde ahí nació “Proyecto Vermut: cine chileno en galerías del centro de Concepción”, cuya primera edición
incluyó la realización de microdocumentales dedicados a las cuatro salas donde se realizarían las proyecciones: el Cine Lido, el Cine Alcázar/Plaza, el Cine Regina y el Cine Cervantes. La investigación para producir
esos materiales nos llevó a reconstruir un paisaje cinematográfico que no estaba hecho solo de salas, sino
también de las personas que guardan con emoción y cariño los recuerdos de esos lugares. Ese proceso fue
lento, esquivo y lleno de vacíos, testimonios dispersos, retazos de memoria y fragmentos difíciles de enlazar.
La exhibición de la película “No” de Pablo Larraín dio inicio al ciclo el lunes 8 de octubre de 2012 en el ex cine
Lido, superando cualquier expectativa. Al igual que en sus mejores tiempos, el público hizo una fila que salía
de la galería Iconsa y daba la vuelta hasta la avenida O’Higgins, repletando la sala y quedando incluso personas sin poder ingresar. Ese entusiasmo se mantuvo el resto de la semana y en cada una de las funciones que
desarrollamos ese año. Durante esos días, los recuerdos vinculados a los ex cines Lido, Alcázar, Cervantes y
Regina reaparecieron, confirmando una necesidad de reunión que no habíamos dimensionado.
Con el tiempo, esos reencuentros, que al inicio no percibimos como un ejercicio de memoria en sí mismo, se
fueron configurando como tal, como un gesto íntimo de recuerdo. En cada conversación surgían relatos de
infancia, anécdotas de estrenos, recuerdos de panoramas rotativos y de experiencias compartidas que parecían volver a reunirse en estos espacios recuperados. A partir de allí, las preguntas se hicieron más precisas.
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INTRODUCCIÓN
Junto al investigador Luis Darmendrail —compañero fundamental del proyecto— emprendimos un trabajo
paciente, riguroso y amoroso que permitió reconstruir con mayor profundidad las salas de cine que tuvo
Concepción. Ese trabajo, desarrollado a lo largo de años y a partir de fuentes diversas, es la base de este libro.
Aunque Proyecto Vermut nació como un ciclo de exhibiciones no convencionales, con el tiempo evolucionó
hacia una iniciativa que combina exhibición, documentalismo, investigación, archivo, caminatas urbanas y
activación patrimonial. Sin embargo, este libro no es sobre Proyecto Vermut. Es, ante todo, una guía y una
memoria descriptiva de las salas de cine penquistas: alrededor de veinte espacios que marcaron la vida cultural de la ciudad entre fines del siglo XIX y la segunda mitad del XX.
Cada ficha arquitectónica, cada imagen y cada descripción aquí reunida —proveniente de archivos, prensa, testimonios y documentación histórica— busca ofrecer un mapa claro y accesible de este universo
ya casi desaparecido. No pretendemos construir una historia exhaustiva sino que facilitar que lectoras y
lectores imaginen cómo fue esa ciudad que llegó a tener una decena de salas funcionando en simultáneo,
muchas de ellas insertas en las mismas galerías que hoy seguimos recorriendo sin advertir siempre lo que
alguna vez contuvieron.
Habitar una ciudad implica reconocer sus capas, sus huellas y también sus ausencias. A menudo vemos cómo
los símbolos culturales que alguna vez nos dieron identidad se desvanecen entre la renovación urbana,
el mercado inmobiliario o la falta de políticas de resguardo. En ese escenario, la memoria no es un gesto
nostálgico: es una forma de resistir, de volver a mirar con atención lo que permanece bajo la superficie cotidiana. Recordar estos cines —lugares donde generaciones compartieron películas, debates, emociones y formas de comprender el mundo— es también reconocer la historia sociocultural que nos dio cohesión y sentido
de pertenencia.
Este libro aparece en un año especialmente significativo: el centenario del cine en el Biobío y el centenario
del nacimiento de Julio Escámez, artista regional cuya obra formó parte de la gráfica y visualidad de varias
salas. Contribuir a esta conmemoración mediante un documento que busca evitar que este patrimonio se
pierda sin registro es, para nosotros, un honor.
Ojalá estas páginas inviten no solo a recordar lo que ya no está, sino también a reconocer lo que persiste: la
necesidad del encuentro, la experiencia colectiva y la potencia cultural que alguna vez hicieron de los cines
un espacio esencial en la vida de Concepción.