Los viejos del cobre
Identidades fragmentadas, subjetividades en tensión y sentido del trabajo en la gran minería chilena
Los viejos del cobre y la experiencia ontológica del trabajo minero
En el contexto de la minería chilena -tanto en la gran minería del cobre como en operaciones pequeñas y medianas- la expresión “los viejos” constituye una categoría social, simbólica y afectiva central en la cultura laboral del oficio. No remite necesariamente a la edad cronológica, sino que obedece al respeto y reconocimiento entre pares, a las trayectorias laborales, a la resistencia física y mental, a la legitimidad profesional y a un profundo sentido de pertenencia con el espacio duro y exigente de la faena. Ser “viejo” es portar un de capital simbólico incorporado que constituye jerarquías, define quién es creíble en situaciones críticas y quién personifica la integridad del oficio.
Desde la sociología laboral, la psicodinámica del trabajo y la antropología del oficio, esta categoría nativa permite leer procesos de reconocimiento intersubjetivo, disputas por el saber, legitimidades técnicas y ordenamientos afectivos en entornos de alto riesgo. El “viejo” condensa, a la vez, experiencia, autoridad y memoria: es un traductor entre el sistema técnico-racional de la empresa y el universo moral y emocional del trabajo vivido en la cuadrilla. Su saber práctico -ese conocimiento tácito que no se agota en manuales ni procedimientos- otorga estabilidad psíquica al equipo, sostiene la cohesión y encarna una ética del cuidado mutuo que salva vidas.
Sin embargo, la figura del viejo del cobre adquiere hoy un nuevo sentido en un escenario marcado por la precarización y la fragmentación identitaria. Este libro sostiene que la fragmentación de la identidad minera no se explica únicamente por la subcontratación o la externalización, aunque la tercerización sea un eje estructural del capitalismo extractivo contemporáneo. La subjetividad del trabajador minero se desestabiliza también por la cronopolítica del turno, la separación radical entre hogar y faena, el régimen de enclaves territoriales, las jerarquías tecnológicas, las diferencias salariales, la digitalización del desempeño, la rotación acelerada y la estratificación técnica que distingue entre saberes corporales y capital digital. En conjunto, estos dispositivos producen identidades móviles, discontinuas y tensionadas, incluso entre trabajadores que comparten una misma faena.
Desde esta perspectiva, la categoría de “viejo” funciona como un lente analítico privilegiado para interrogar las transformaciones del trabajo extractivo. El reconocimiento como viejo supone la interiorización profunda del oficio, la aceptación grupal y la experiencia emocional compartida. El viejo articula un habitus minero: una disposición práctica, cognitiva y moral construida a lo largo de años de exposición al riesgo, de aprendizaje encarnado y de participación sostenida en comunidades de práctica. En un modelo que tiende a la rotación, la vigilancia algorítmica y la segmentación contractual, los viejos del cobre se convierten en puntos de anclaje frente a la despersonalización organizacional y la inestabilidad afectiva.
Al mismo tiempo, la minería es abordada aquí como una experiencia ontológica. No se reduce a un conjunto de tareas productivas ni a una mera ocupación asalariada, sino que constituye un régimen de existencia que transforma la relación del trabajador con el cuerpo, el tiempo, el territorio, el riesgo y la memoria colectiva. Por un lado, la materialidad de la pampa y la altura -el clima extremo, el aislamiento geográfico, el ruido industrial, la escala de la maquinaria, las ruinas de ciclos extractivos anteriores- modelan la percepción, la sensibilidad y la vulnerabilidad. Por otro, las formas contemporáneas de organización del trabajo -turnos prolongados, dispositivos de vigilancia tecnológica y algorítmica, fragmentación contractual masiva, jerarquías simbólicas tácitas y comunidades laborales fuertemente cohesionadas como la cuadrilla- configuran una subjetividad atravesada por la tensión entre orgullo profesional y desgaste psíquico, entre pertenencia intensa al equipo y fractura afectiva con el mundo familiar.
Comprender esta ontología minera exige una aproximación que vaya más allá de la “foto” sociológica o del corte transversal. La experiencia del trabajo en minería se acumula a lo largo de décadas de turnos, riesgos, aprendizajes y duelos silenciosos. De ahí la relevancia del enfoque biográfico y de las trayectorias laborales como vía para captar cómo las transformaciones del modelo productivo -neoliberalización del trabajo, automatización, externalización- se inscriben en las vidas concretas de los trabajadores. Las historias de vida de los viejos del cobre condensan la historia del campo minero: son archivos vivientes donde se cruzan memoria técnica, moral del oficio y huellas del sufrimiento laboral.
La minería, en suma, no es solo producción de commodities, sino un sistema de vida que reordena el cuerpo, el tiempo, el territorio, la familia y los vínculos sociales. El propósito de este libro es ofrecer una lectura densa, crítica y humanista de la condición minera contemporánea, iluminando las ambivalencias, potencias y heridas que configuran la existencia de quienes sostienen uno de los sectores productivos más emblemáticos de la economía chilena.