Lumbre de ciervos
Destellos, brumas y «todo todo lo encendido». La poesía
de Emma Villazón es inaudita: inventa derroteros, nos
ensancha las brújulas. Recuerdo la descarga eléctrica de mis
primeras lecturas de esta escritora de quien no sabía nada.
De inmediato amé esa extrañeza, y quise no parar de leerla
nunca. Este chispazo, con los años, no ha disminuido en
intensidad. Al contrario: Emma me resulta cada vez más
amiga, más maestra, más inolvidable. Su escritura es de una
inmensa belleza, rarísima. Rumbo a la quimera, y con las
manos llenas de cielo, mundo y presente, la poesía de
Villazón atiende si el bosque saluda, tañe la vida, desubica
lenguas, lo cambia todo.
Berta García Faet