Quinchamalí es el Nombre
TEORINDA SERÓN
Poesía de Quinchamalí desde la greda y la ternura
Diana de la Fuente Ortega
Directora Violeta Ediciones
Académica UnACh
Teorinda Serón, alfarera de Quinchamalí, ha obtenido reconocimiento a nivel nacional gracias a su incansable labor en la preservación de la rica herencia de la cerámica de su pueblo. Además, disfruta de la creación de sus versos que se inscriben en la poesía popular que rescata la oralidad y la memoria. Ella recuerda: “Comencé a trabajar en la greda con ayuda de mi mamá, como una manera de mantener viva la tradición con la que nos hemos criado muchas y muchos en Quinchamalí. He pasado mi vida contando historias a través de la artesanía, con poesía en el mismo patrimonio” .
Así como ella nos explica, la poesía es parte fundamental de su quehacer artesano y creativo, es por ello que este registro patrimonial busca registrar en el papel el trabajo oral y poético de la alfarera, de una hablante que reflexiona de su vida y el territorio mientras modela el barro y lo transforma. Asunto que nos deja muy en claro en el poema de inicio:
“Yo no soy Violeta Parra
no soy Lucila Godoy
solo escribo cosas simples
que nacen del corazón...”
Teorinda no busca ser incluida en el canon junto a las poetas mayores a quienes admira, sino que desea comunicar las experiencias que la unen a Quinchamalí, donde los amores y las tristezas más profundas encuentran espacio a través del verso. De este modo, ella siente las palabras, crea rimas, las guarda en la memoria y luego las comparte con su comunidad, la cual valora su labor poética. Es importante destacar que, para ella, solo la voz de su memoria es suficiente.
Este libro es más que un simple registro, es un viaje a través de la voz de Teorinda, una exploración íntima de su arte y su conexión con el patrimonio cultural de Quinchamalí. Patricio Contreras Parra, poeta, fotógrafo y diseñador gráfico, se embarca en la misión de preservar la riqueza de la poesía popular y el proceso de transformar el barro en cerámica. En cada encuentro, las composiciones orales de la alfarera fueron cuidadosamente capturadas y transcritas, dando vida a sus versos en papel. Pero eso no es todo, pues Patricio fue más allá al inmortalizar este legado en imágenes, revelando la esencia de un tesoro vivo que respira en Ñuble. Es importante resaltar el especial interés de Patricio Contreras por Quinchamalí, un amor que se entrelaza con los recuerdos de sus paseos por sus calles junto a su amigo, el poeta Ramón Riquelme.
Esta obra se ha moldeado en torno a tres ejes temáticos: Quinchamalí, la Guitarrera y la madre, los cuales aportan unidad y sentido al texto. En primer lugar, Quinchamalí, su pueblo, ocupa un lugar central desde el principio. Es la cuna de su identidad, no solo es el lugar que la vio crecer, sino es un símbolo que abraza y representa su espíritu como una mujer creadora, que recolecta y transforma su entorno en piezas de greda y poesía. La declaración de Quinchamalí como Patrimonio Nacional no es una coincidencia, ya que sus paisajes, historias y artesanos aportan una belleza completa a esta localidad. Es por eso que Teorinda comenta: “Todas tenemos nuestra flor, algunas eligen los cerezos, porque aquí hay muchos, y otras elegimos el Quinchamalí, la cultura local y el medioambiente, ya que hacen referencia a nuestro territorio” .
Teorinda, nació y creció en este terruño del cual se alejó un largo tiempo, pero luego decidió volver para retomar el oficio de la familia. Siguiendo los pasos de su madre, una hábil artesana, decidió aprender lo que la conectaba con su pasado y buscar un sentido de pertenencia. Fue entonces cuando comenzó a crear piezas, con cada una de ellas dio honra a la tradición y la historia de su querida tierra natal. Nos cuenta:
“Quinchamalí es el nombre
del lugar donde nací
y un día siendo mayor
yo me fui lejos de aquí...
...Estoy aquí de regreso,
trabajo en artesanía,
hago chanchos, Guitarreras
y todo tipo de alcancías...”
En segundo lugar, se encuentra la Guitarrera, cuyos poemas se centran en la representación de la mujer y su instrumento en una figura hecha de barro. La leyenda narra la historia de una joven cantora que muere a la espera de un amor no correspondido, siendo su cuerpo encontrado bajo un árbol, como si estuviera buscando el sueño y abrazada a su inseparable guitarra, la cual conocía cada nota de su corazón roto.
De esta manera, la Guitarrera trasciende las limitaciones propias del tiempo, sellando un pacto con Quinchamalí. Por este motivo, es una embajadora de Ñuble debido al símbolo que representa, por ello ha sido objeto de concursos y reconocimientos que buscan revitalizar la figura de Violeta Parra. El concurso La Guitarrera del Centenario se creó para conmemorar los 100 años de Violeta Parra, involucrando a las artesanas de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca en la creación de una pieza que representara la figura de la artista. Así lo confirma Teorinda:
“Es nuestra representante
esa negra Guitarrera
el nombre de Chile lleva
y ha cruzado la frontera”
Las alfareras narran su propia versión de la leyenda, la cual se refleja en la greda mientras esculpen sus creaciones y plasman las particularidades de cada pieza con una firma individual o familiar. Al observar la Guitarrera de Teorinda, se distingue un sello especial que se manifiesta en su sombrero y en los diseños que adornan su vestido. Por este motivo, cada vez que Teorinda moldea la greda, parece surgir una especie de diálogo entre sus dedos y la consistencia de las propiedades únicas de esa greda negra, como si estuvieran reflexionando sobre el relato que cobra vida al mencionar a Quinchamalí.
“Aquí contamos una historia
la de una negra Guitarrera.
Queremos que se siga haciendo
que esta historia nunca muera”.
La alfarería de Quinchamalí ha resistido el paso del tiempo y se ha mantenido como una expresión artística y cultural importante en la región “que tiene sus orígenes en los tiempos coloniales, cuando los mapuches y pehuenches reducidos en esta localidad confeccionaban piezas de cerámica con fines utilitarios” . Teorinda nos incita:
“...No te olvides del pueblo mapuche
recuerda siempre el pasado
hacían cántaros y ollas,
nos han dejado un gran legado...”
Y en tercer lugar, se presenta a la madre, la Señora Riola Castro, alfarera de Quinchamalí, quien le enseñó el oficio desde muy temprano. Teorinda recuerda: “Yo miraba a mi mamá como trabajaba durante los veranos y así seguí perfeccionándome, por lo que dediqué mi vida a ser artesana en greda; de eso ya han pasado más de 50 años” . Esta admiración ante la faena diaria de la madre la condujo de manera natural al camino de las loceras.
“...Sigo aquí trabajando
en lo que yo de ti aprendí
y lo hago con orgullo
por ti y por Quinchamalí.
En el taller que trabajo
tengo una foto tuya y mía
yo sé que tú me acompañas
yo te extraño madre mía...”
Quinchamalí es el Nombre es una obra que, con ternura y sencillez, nos presenta a una hablante que revela su mundo y atesora un conocimiento ancestral, llevando consigo la tradición colectiva de su pueblo. Este libro nos invita, lejos de toda arrogancia, a contemplar, a través de los ojos de una hija, madre y vecina de Quinchamalí, el quehacer que brota de la tierra y que es acompañado por una voz poética que hasta entonces solo se encontraba en la dulzura de la oralidad. Hoy, nos sumergimos en el cautivador registro escrito y visual de Teorinda Serón, el cual revela el Ñuble profundo y la sabiduría popular que emerge a través de la greda y el verso.