Versos...
(Escritos en el agua que más huye)
Bajo un título dictado por una insólita e inusitada humildad - “Versos…
(Escritos en el agua que más huye)”- el autor de este amasijo de poemas
nos ofrece a la lectura unos textos de índole desembozadamente filosófica,
presididos de una voluntad inquisitiva e indagadora, larvariamente metafísica,
cuyo núcleo o eje nocional es el vilipendiado devenir.
En este sentido, este poeta ausculta la intersección o el encuentro de ese
“estar de las cosas” y la co/presencia o la enaltecedora co/estancia de ese
estar (por la eficiencia del poeta) “en el arco de triunfo del lenguaje”.
La co/estante asistencia del sujeto al estar de las cosas es constitutiva de
una amorosa reciprocidad,“una sola y misma flor en tu mano y en la mano
que recibe cuando estáis”, conforme a la espléndida fórmula de este
ontólogo/poeta.
A la co/estancia o al encuentro del sujeto con el estar de las cosas no la
guía el designio de acogerse a una instancia de salvación cósmica, justamente
porque consiste en la comparecencia de una subjetividad autoesclarecida
por lo que se refiere a su cariz evanescente, deleznable y huidizo.
El habérselas con la propia mismidad y el aquí, lúcidamente y sin anteojeras,
es un tópico que el autor asume en algunas de sus más encontradas aristas.
Acaso la conjugación de un derroche de la escritura y una impenitente y
atenaceante orfebrería busque traducir en el texto la trabajosa resignificación
de la existencia vertical y, en términos absolutos, desprovista de sentido.