Imago Mundi IV
Lo autobiográfico: esa impronta que en toda la poesía, la escritura de José Kozer es lo metafísico, lo ético, lo filosófico. El cotidiano y sus aliados a través de los sentidos: alturas agorafóbicas, por menores, particularidades que son convertidas en redes y concatenaciones, fachadas de casas, espejos, sinagogas, té azabache.
La irrupción, la dislocación, lo no lineal en sus versos son más que una estructura o forma, el ejercicio de una elección estética, palabra por palabra. Estrategias más que acrobacias: revelaciones, satoris. El lenguaje como la casa, el jardín, el monasterio, el árbol: laurel, roble, sicomoro. Los alfabetos y silabarios. El todo, la nada, como parte dialógica de este IMAGO MUNDI IV.
Más allá de la riqueza lingüística, el ritmo, la oralidad, más allá del universo particular donde el poeta explora, queda entre las páginas el canto del jilguero, la pasarela de madera, el agua de escaramujo.