Reseña

El personaje que narra esta historia rompe forzosamente su rutina oficinesca para embarcarse en vívidos recuerdos de la última primavera del milenio. La fiesta electrónica a la que alguna vez fue citado como a una trampa, le permitirá entablar diálogo con la joven Alicia, surfista excepcional, quien lo pondrá al tanto de la génesis de Hipocamp, organización aparentemente sectaria configurada a fines de los años ‘90 en el norte de Chile. A partir de ese encuentro, la narración multiplicará las máscaras: las promesas redentoras del místico Arturo Chambi; los adelantados productores Luisfe y Domi; Elena Alcalde, exinstructora de surf devenida en cineasta de vanguardia; los mitómanos Mederico y Sidonio (un homenaje a Émile Zola), o las inquietantes agentes Eme. Como una llamarada librada a un viaje perpetuo, Hortensia, supuesta cabecilla de la banda, irá cubriendo con su ritmo evanescente el paisaje desbocado de la ficción.
Lejos de cualquier realismo convencional, disección sociológica o prosa autobiográfica, esta primera novela de Gonzalo Abrigo parece hecha con el destello de las últimas esquirlas dejadas por el siglo pasado. Hilvanada tanto con una distancia cómica como digresiva, aquí las tonalidades melodramáticas propias de una vertiginosa aventura adolescente se conjugan con un paródico relato de espías y cuentos infantiles, elementos que operan secretamente desarticulando cualquier amago de horizontes clausurados o dudosas ideologías apocalípticas.