Reseña

Hace algunas décadas, debutó en Chile un modelo de negocios conocido como factoraje, el cuál tenía como fin apoyar financieramente a las pyme, por la vía de comprarles sus cuentas por cobrar. Cuando el río suena es porque piedras trae y rápidamente los emprendedores se expandieron por todo el país. Pues bien, en aquellos tiempos arcaicos el soporte tecnológico era básico y precario, en cada oficina las tareas se hacían poco menos que a pulso y eso implicaba una permanente interacción a nivel del grupo humano. Es más, los negocios se acordaban presencialmente con los clientes y para captarlos, los ejecutivos comerciales dejaban los pies en la calle realizando verdaderos puerta a puerta para, después argumentar con lo mejor de sus repertorios.
No obstante que, a nivel de colegas y conocidos del sector ese nivel de convivencia creó lazos de amistad imperecederos, con el paso de los años esas anécdotas compartidas terminaron durmiendo en el desván de los recuerdos. Sin embargo, por esas ironías de la vida aún no estaba dicha la última palabra pues, en una fecha reciente, en este sector se produjeron unas curiosas turbulencias que, sacaron de su letargo a muchos de esos amigos, entre ellos, al suscrito y a sus compinches de una singular cofradía con quienes, en ese pasado no tan lejano compartía información relevante para protegerse de los estafadores. Pues bien, gracias a esas noticias perturbadoras esta red de contactos se reactivó y poco a poco se destapó ese baúl de los recuerdos. Al autor le parecieron interesantes esas anécdotas y concluyó que había que plasmarlas por escrito para evitar que queden en el olvido per sécula saeculorum, pero eso sí, sin dejar de lado el contexto en donde ocurrieron, es decir al interior de la industria del factoraje.
Pues bien, en el entendido que, esas vivencias compartidas son como los atardeceres pues, muchas se parecen, pero no hay dos iguales, ese pasado laboral se recrea desde la óptica personal y particular del autor. Por tanto, mezclando la realidad con la fantasía se conectan y enlazan esos recuerdos por la vía de utilizar actores ficticios que transitan al interior de este sector. Además, la narración central se complementa con una última parte que da cuenta de situaciones divertidas que ocurrían en el pasado, las cuales se recuerdan y comentan con una pizca de humor más algo de picardía.