La imagen fracturada
Guerra, arte, comunicación de masas
Dictaminó T. Adorno (a propósito de la posición del narrador en la novela del siglo XX) la imposibilidad de la contemplación estética de la catástrofe. Nos quedan aún, de cualquier modo, las posibilidades éticas de esa contemplación. Valdría entonces la pena preguntar(se) si es posible la reproducción ética de la catástrofe (ni hablar de la espectacular). Guerras ha habido muchas y probablemente de todas existen registros iconográficos. Algunos notables, como los de Goya a partir de la Guerra de Independencia Española; otros célebres, convertidos y convertibles en afiche (bien podría utilizarlos BENETTON), como Guernica de Picasso a propósito del bombardeo de la localidad vasca durante la Guerra Civil Española y otros nefandos (no propiamente imitaciones de la guerra) como el del guardia iraquí que filmó la ejecución de S. Hussein con la cámara de su teléfono portátil. Más aún, la representación y reproducción del dolor es de antiguo linaje entre los hombres y debido a ello es válido preguntar, ¿Cómo son esas representaciones del dolor, la guerra y la catástrofe? Si es cierto que toda imagen representa un modo de ver, haríamos bien en dilucidar cuál es la forma de ver el dolor en los registros visuales que se han hecho (hacen) de las guerras, que deben ser, por cierto, una de las fuentes que con mayor generosidad ofrecen dolor y miseria.