Tocar el agua
Habitado por imágenes evocadoras y una voz que
no teme repetir lo necesario, este poemario insiste
en el corazón de las cosas pequeñas y salvajes.
Catalina Tamar nos propone una lengua pájara, que
nos conecta con la fluidez del agua y la palabra.
Por eso nos advierte: «Una grieta atraviesa la casa
/ en completo silencio / una pájara entra por la
ventana/ siete noches al año / un pájaro posado en
el arce / pudre su propio canto».
El fuego, capaz de convertir todo en cenizas, aquí
se transforma en una suavidad ligera, que envuelve
en su tibio aliento a los ríos y los mares. Tocar el
agua nos invita a un viaje fluvial, pero también al
descubrimiento de un secreto, donde arces, aves y
amores son protagonistas