Después de un largo viaje
Nómez, como pocos escritores, ha tenido la sensibilidad de observar la masa humana y sus diferentes grados de alienación y explotación. Y de escudriñar el dolor de estos seres arrinconados por la desdicha y el desamparo, por la pobreza, por la carencia de proyecto. Esos seres anónimos que deambulan de un lado a otro del planeta, cuando las hegemonías los expulsan de sus hogares y a veces, sin saber cómo rearmar sus vidas, quedan bajo las sombras convertidos en un tótem mudo que en cualquier esquina de una ciudad grande resiste a la intemperie, muriendo en cada gesto. Esa es la temática del poema “Los oscuros”, pero también es la materia de la propia épica, cuando se sale del país propio y se buscan otros horizontes en un intento de recomponer la historia.