Petricor sobre una hoja
Durante la pandemia, las instancias para compartir poesía de manera presencial menguaron significativamente. Si los recitales poéticos disminuyeron su frecuencia, lo hicieron aún más los talleres. Es por eso que es notable que durante este último tiempo, en la Provincia de Talagante, a contramano del miedo y la profilaxis, se haya dado un auténtico taller presencial. Un buen taller: no aquel donde el(la) monitor(a) profita de sus talleristas para enaltecer su imagen o conducirlos a que escriban como él(ella); sino más bien aquel donde se comparte de tal manera la alquimia del poema, que cada tallerista termina siendo capaz de trazar su propio sensórium o camino, su propia búsqueda y pregunta. La voz se calibra en la propia respiración, como pensaría Olson, pero también se curte en el contacto con otras voces. La colectividad como un ecosistema. Un libro que compila la experiencia de las diversas voces que pasaron por el taller de Julio Rodajo. Sin duda, un hito para la historia de la literatura en la provincia; esa que, para desmarcarse de lo que pasa en la capital, ha hecho de la camaradería y el encuentro con los otros los fustes de su vida, su alcance y su conectividad. La lluvia levanta el olor de los brotes nuevos, el petricor, y el júbilo se hace en quienes se atreven a salir a inspirar.