De la pastoral litúrgica al pastoralismo
Historia de la reforma del Concilio Vaticano II en la Iglesia universal y en Chile
La reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II constituye el ejemplo más visible e impactante de los cambios eclesiales alentados por dicha asamblea ecuménica. Significó no solo el cambio en la orientación del sacerdote o el abandono del latín en favor de las lenguas vernáculas en la celebración de la misa, sino más bien una renovación profunda e integral del culto público de la Iglesia, ejecutada conforme al criterio conciliar de la participación activa de los fieles.
Este aggiornamento se verificó históricamente en la convulsionada década de los sesenta del siglo XX, una época contestataria marcada por la sed de cambios de la juventud y un “optimismo ingenuo” en el porvenir de la humanidad. Frente a este estado de cosas, el Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica propusieron un enfoque pastoral de la doctrina y de los ritos cristianos, con el objeto de hacerlos más accesibles para el hombre contemporáneo. Sin embargo, bajo la influencia del llamado “espíritu del Concilio”, esta nueva pastoral litúrgica devino frecuentemente en un “pastoralismo” carente de contenidos dogmáticos, lo que coincidió con una de las crisis más agudas que ha debido enfrentar la Iglesia Católica en sus veinte siglos de historia.
La reforma litúrgica, más allá de su implantación crítica, está llamada a producir sus frutos duraderos en el presente y futuro de la Iglesia. En este sentido, es preciso ahora más que nunca redescubrir el verdadero Concilio y sus textos auténticos, en una hermenéutica que inserte sus enseñanzas dentro de la gran Tradición de la Iglesia. Sólo así, difuminado el humo pasajero del espíritu del posconcilio, podrá valorarse con objetividad la reforma como hecho histórico y superar sus más polémicas aplicaciones.