Reseña

Julien Freund (Heridor, Lorena, 1921-Colmar, Alsacia, 1993), hijo de ferroviario y campesina, socialista en su juventud, preso durante la Ocupación y resistente –«terrorista» según su propia definición–, catedrático de Sociología en la Universidad de Estrasburgo, polemólogo y pensador de la decadencia, es uno de los grandes escritores políticos del siglo pasado. Discípulo ex auditu de Raymond Aron y Carl Schmitt y ex lectione de Maquiavelo, Vilfredo Pareto y Max Weber, la meditación sobre la «esencia de lo político» es el modo de superar, terminada la Segunda Guerra Mundial, una profunda decepción: la constatación de que política ideológica que pretende crear una sociedad perfecta y un hombre nuevo, a imagen de las escatologías totalitarias –particularmente del marxismo-leninismo, de profundas raíces en Occidente–, se transforma inexorablemente en una política opresiva de la peor especie. La esencia de lo político, su gran libro de 1965, la última de las grandes ontologías de lo político, es el testimonio de un recorrido personal pegado a la experiencia política general de la humanidad, en la que destaca particularmente, siempre y en todo lugar, la existencia de un enemigo, real o potencial. Pues «No hay política sin enemigo», epítome máximo del pensamiento freundeano. En Julien Freund, lo político y la política se aborda sistemáticamente la filosofía política del más joven de los clásicos políticos franceses, cuya figura no ha dejado de agrandarse desde su muerte. Lo político, que es distinto a la política, pues aquel es un hecho de natura y esta de cultura, aparece fijado por un dato ontológico (donnée): la sociabilidad humana, a su vez modelado por tres presupuestos: las dialécticas mando-obediencia, privado-público y amigo-enemigo. Tiene también lo político una finalidad propia y no intercambiable (el bien común) y un medio asimismo privativo (la fuerza).