Extraños en Iloca
El sismo del año 2010 rompió la costa de la región del Maule poco antes de las tres de la madrugada de un día sábado. Los muros de las casas de Iloca se quebraron como jarrones chinos. Lo peor aún no ocurría. A la media hora de sobrevenir el sismo, un tsunami irrumpió en la costa.
Escombros, pánico y desolación se apropiaron de la arena negra de las playas. Un circo instalado en el balneario fue arrasado por las olas. Las carpas desaparecieron bajo las aguas y un viejo león desdentado, que hasta ese día era la principal atracción, huyó en medio de la noche. El terror se adueñó de los vecinos que, a la pérdida de sus enseres, se agregó la amenaza de una fiera africana. El animal estaba más asustado que los veraneantes. Sin comida, agazapado entre las zarzamoras, esperaba que alguien lo salvara.
Sin embargo, el miedo al sismo, al tsunami y al león fugitivo no se pudo comparar al pánico que sobrevino las semanas siguientes. La pandemia del COVID 19 trajo como compañía indeseable pestes e infecciones; y también un operativo extraterrestre que puso en peligro la continuidad de la especie humana.