Raín
Crónica del último canoero
En el fiordo de Huandad, al sur de la Isla Grande de Chiloé, la realidad aparece en distintos niveles, estratos invisibles para alguien que se queda en la orilla. Pero lo que hay en estas páginas es cosa asombrosa, ya que fue escrito desde las raíces de los espesos bosques de tepú que vieron deslizarse a las antiguas canoas chonas.
El autor viaja por fiordos que a otros espantarían y va enunciando el sonido de las capas sedimentadas sobre diez mil años de historia. Escucha las corrientes, el sonido de las mareas que se entremezclan con las voces de los habitantes: pescadores, lancheros, loberos de Inío y de tantas otras pequeñas islas y bahías de este archipiélago. Allí, en medio del agua y de las extenuantes jornadas de la pesca artesanal, surge esta historia, o más bien la aparición espectral de Raín, el último canoero viviente, quien, prófugo de la vida moderna, navegará por el Golfo de Corcovado, desafiando las furias de Ayayema, el espíritu del mal, que yace en la sombra de los acantilados australes.