Reseña

“Durante el último tiempo se ha recorrido un largo camino de iniciativas, ajustes y leyes y, en gran medida, el foco ha estado en la arquitectura, estructura e institucionalidad del sistema educativo, pero el esfuerzo no parece haber llegado hasta las salas de clase en ninguno de los niveles.
Así, pese a los múltiples esfuerzos y recursos invertidos durante la última década, las reformas han incumplido con sus expectativas. Pareciera entonces que ha llegado el momento de reflexionar, analizar y mejorar lo que se está haciendo para mover la aguja respecto del valor que aporta una buena educación.
El desafío es que la educación sea un capítulo relevante en la agenda de futuro y de desarrollo para el país y no un campo de batallas de poder y de ideologías.
En definitiva, el desafío es ser menos ambicioso –aunque ¿no es acaso ambicioso querer incidir sobre la efectividad de la enseñanza?– y tratar de avanzar a partir de iniciativas que se enfoquen en problemas precisos y a través de mecanismos más controlables, antes que a través de macro reformas que tocan demasiadas variables poco probables de poder identificar y manejar adecuadamente”.