El sueño de toda célula
Si las clasificaciones científicas son un método de
documentación de lo que se percibe, un ordenamiento de los
errores que crecen, se abren y buscan hacer pie en la
imaginación del espacio, Maricela Guerrero data un herbario
en que las taxonomías tropiezan y los discursos en «voz de
subida y de bajada nos llevan al lenguaje del humus, del
nitrógeno, de los nutrientes y las canciones de cuna que
permanecen bajo los lentes del microscopio». En esta
colección de hojas, que bien podría leerse como un ensayo
botánico o una cartografía biográfica, injertada con afectos y
vegetaciones en potencia, se descifra una fluidez de la forma,
una rebeldía propia cuando las clasificaciones no alcanzan. La
ciencia se nutre y a su vez alimenta el descubrimiento poético;
en la placa Petri la quietud trasluce un movimiento interior
formidable. El sueño de toda célula es un organismo que se
planta frente al extractivismo exacerbado y respira, un error
biológico que entre contradicciones y catástrofe ecológica
halla una manera de estrechar enlaces y memoria, de
componer una red fibrosa que vincula ensoñaciones dentro de
un mundo en ebullición.