Quercún / Haven
PREFACIO DE LA TRADUCTORA
Es difícil imaginar una poesía más profundamente comprometida con el tiempo y el lugar que la que hallamos en este libro de Sergio Mansilla Torres, Quercún. El título, Quercún, es un término indígena de las islas de Chiloé, situadas al sur de Chile, en las que el poeta nació en 1958 y vivió su infancia. El vocablo alude a un lugar al que los marineros llevan su embarcación durante una tormenta, a la espera de que vuelva el mejor tiempo para poder reanudar su viaje. Actualmente, con más de sesenta años, Mansilla, un respetado poeta, crítico literario y profesor de literatura en la Universidad Austral de Chile, en Valdivia, vive, en una especie de exilio existencial, lejos de la empobrecida pero emocionalmente rica comunidad isleña de su infancia. Este libro es un viaje de regreso a las imágenes, olores, sabores y emociones de aquellos primeros años, en esa comunidad rural única. En ella hubo alguna vez una familia a la que nunca podrá regresar: sus padres ya han muerto y sus hermanos e hijos están dispersos, y un lugar al que no se puede regresar sino con la memoria, porque las oleadas migratorias han dejado el campo despoblado y de la casa de su infancia solo quedan ruinas.
En la primera y la tercera de las tres secciones principales del libro, “Aires de familia” y “En la frontera de tres mundos”, encontramos una poesía que alterna poemas en prosa y en verso libre. Aquí el hablante (indistinguible del poeta en este libro) evoca preciados recuerdos de interacciones personales, de relaciones y experiencias cotidianas. También evoca la soledad y el anhelo de conexión, de búsqueda de un significado esquivo en un mundo que a menudo parece frío y fugaz. Situado imaginativamente en el entorno isleño, muchas de las evocaciones del hablante traen a la memoria la flora y la fauna nativas sobre todo marinas, así como imágenes náuticas y agrícolas. La familia del poeta cultivaba papas y araba los campos con la ayuda de una yunta de bueyes. En el epílogo del libro el poeta reflexiona a partir de una serie de desgarradoras canciones rancheras y corridos mexicanos, que su padre solía escuchar en una radio de transistores en las solitarias noches de Chiloé, iluminadas apenas por una lámpara de parafina; un padre, además, largamente ausente por sus viajes a la Patagonia. Durante esas ausencias, la madre del hablante, que siempre permaneció en Chiloé, criaba sola a varios hijos y expresaba su enfado gritando órdenes indescifrables, que su hijo —el ahora poeta— se esforzaba en seguir, pero inevitablemente, casi siempre fracasaba. A menudo las órdenes eran buscar choritos, algas u hojas de pangui, para disponer de los insumos que exigían las recetas tradicionales que ella, con cariño, preparaba para la familia. La segunda sección del libro, “Pan de Mella”, consta precisamente de poemas-recetas, en las que Mansilla recrea con afecto los ingredientes y pasos de la elaboración de diversos platos tradicionales de la cocina chilota: desde morcillas hasta la cazuela de cabeza de cordero, desde chicha caliente de manzana hasta galletas de Año Nuevo. Las instrucciones, sin embargo, son mucho más que recetas; están intercaladas con fragmentos de conversación, imágenes, sabores y olores, que llevan al hablante (y al lector) de regreso a una cultura que en gran medida ha desaparecido, pero que ejemplifica un ecosistema rico, híbrido y autosostenible, y que ahora está en peligro.
Cynthia Steele
Seattle, agosto de 2019
(Trad. de S. M. T.)