El cucú al final del bosque
«Juan la observaba a través de una ventana. No hablo de una ventana real, claro está. Una ventanita diminuta y enrejada... Juan sólo podía ver de Amelia lo que aquella diminuta ventana le permitía ver. De vez en cuando se le cruzaba una florcita rosa y la imagen de Amelia se hacía más dulce. Juan sólo la contemplaba a través de una ventana que más que ventana parecía un espejo. Un poco de sí mismo se reflejaba en la imagen que tenía de ella. De la mujer amada. De la mujer que lo amaba. Que lo había amado».
Amelia ha desaparecido y a Juan sólo le queda reconstruirla. Los sueños de Juan, sus recuerdos, los diarios de Amelia, las columnas de Bertoni, las noticias del matinal, todos aportarán fragmentos a una historia bella, melancólica y a la vez crítica, que nos habla de un patriarcado violento, un sistema educativo irrisorio y una realidad que nunca es única.