Reseña

“Luego de la trágica muerte de su fundador Andrés Bobe, La Ley lanzó Invisible (1995), un disco médium, un artefacto para conectar con el más allá. Esa posesión de ultratumba fue la energía que la banda usó para crear su obra maestra junto a un fantasma. Porque la formación clásica de La Ley es un sexteto entre mundos, una alianza sobrenatural, un pacto de magia y veneno entre Bobe, Rodrigo Aboitiz, Mauricio Clavería, Beto Cuevas, Luciano Rojas y Pedro Frugone. Invisible es la vara para medir la historia del grupo, la escena local de los noventa y todas las venideras remontadas de la música chilena”.
Con La Ley, demasiado nunca fue suficiente: ni las buenas críticas ni los premios Grammy ni los millones de discos vendidos parecían saciar a un país que siempre pedía explicaciones a una banda que jamás dejó de darlas. Sergio Cancino ofrece una emotiva crónica sobre un álbum de motor oscuro y fúnebre montado en una carrocería pop brillante y viva. Un clásico que dejó huellas continentales en una década de triunfos esquivos para el rock nacional.