Cambio de folio
El autor declara que este libro ha llegado cinco años tarde. Cuando los treinta años daban el peso correspondiente al carnet de identidad, y la chapa de escritor todavía era una prenda que había que acomodar, la tentación de mirar atrás y recoger aquellas vivencias o reflexiones que marcaron la pauta de una cada vez más lejana juventud se hizo cada vez necesaria. El propósito era honrar a quien no podía creerse el cuento, pese a que por distintas redes virtuales se expresaba frenéticamente.
“No tengo por qué estar de acuerdo con todo lo que dije” dice a ratos Claudio Garrido, en esta evidencia de la madurez. El Claudio adulto mira al joven "Chiko" que lanzaba pachotadas a todo lo que se moviera, y le da su reconocimiento, sabiendo que hay etapas con principios y finales, con luces y sombras. Un derrotero que, en un menjunje de poemas, crónicas y ensayos; resulta como producto el Claudio del hoy, quien se enorgullece de compartir con los lectores sus glorias y tropiezos desde que fue un joven polluelo en las letras, las cuales nunca pensó que finalmente terminarían en un libro, y mucho menos que terminarían hacerle reconocerse a sí mismo como escritor.