Un observador persistente
Autobiografía de Charles Darwin
Entre mayo y agosto de 1876, un entonces anciano Charles
Darwin escribió casi todas las tardes, durante una hora,
su autobiografía. El naturalista británico comienza a
relatar sus vivencias impulsado por la petición de un editor
alemán, pero, sobre todo, para entretenerse, esperando, además,
que dicho testimonio pudiera interesarle a sus hijos y nietos.
Desde las primeras líneas advierte: “He intentado escribir la
siguiente narración sobre mí como si yo fuese un difunto, quien
desde otro mundo contempla su propia vida. No me ha parecido
complicado, pues me queda muy poca vida. Al escribir, no me
he esforzado para nada en mi estilo”.
Un observador persistente es un ameno relato autobiográfico,
en el que Darwin se mueve entre su quehacer científico y su
vida personal para entregarnos un sincero testimonio sobre los
circuitos de su carácter, su forma de comprender la vida a lo largo
de los más significativos momentos de su existencia, narrados
con soltura e ironía. Un ejercicio de memoria en el que afloran
las contradicciones entre fe y ciencia que lo atormentaron,
sus vínculos familiares y sus reflexiones más íntimas sobre
diversos temas. Un retrato de sí mismo y de su época que nos
permite comprender e inmiscuirnos en la mente de un personaje
fundamental en la evolución del pensamiento y su influencia
en la sociedad contemporánea.