Azul eléctrico
Azul eléctrico, más que una especulación distópica, es una delirada alegoría del presente. Esta enfermedad del ver ¿encontrará reposo? No hay piel, ni contacto. Solo la conexión que nos permite seguir mirando, que nos tiene agarrados de los ojos.
¿Qué son / nuestros cuerpos / en este / terreno abstracto? ¿La pantalla es el centro del cuer/po partido? Nuestros órganos ¿se habrán adaptado para ser el sistema digestivo de lo que por ahí circula?
La conexión no deja cicatrices, apenas un log en un servidor espectral de difícil acceso, custodiado por contraseñas y protocolos. El lenguaje sin aire, sin respiración, hecho de pixeles, duele lo mismo ¿Habrá alguna forma de hackearlo y hacerlo decir/hacer algo más?
Mi amiga Rives tiene un secreto peligroso, sostiene su deseo en la duda, se abisma hacia lo no conocido, por eso es mi amiga. A pesar de todo riesgo, incluso el del colapso personal, escanea, describe, sufre y delata el abismo a la vez que nos recuerda que, sudacas como somos, nos sobran anticuerpos y que quizás haya una salida.
Es hermoso y terrorífico como brilla el mundo con estos ojos.
Fede Llera