La querella de mí mismo
La escritura poética en La querella de mí mismo resuena en un mundo nostálgico abarcado por la esperanza de una imposible libertad.
Entre trenes y calles, caletas y parques, el autor recorre un mundo teñido por la oscuridad del goce, el homoerotismo y la culpa; mostrándonos a su vez la esperanza proveniente de los recuerdos, la infancia y la familia.