No hay caso con todo esto
“¿Por qué escribimos poemas? Quizás nos comunicamos a distancia de esta manera y leemos los síntomas del país, la madurez de nuestros amigos y sus soluciones verbales para tocar temas difíciles, como lutos, ausencias o simples incomodidades del día a día. Sus lítotes y soluciones para decir lo que es difícil decir. Creemos que eso nos prepara para una madurez serena, sin esos egos desproporcionados ni declaraciones destempladas en la prosa o las redes. Muchos de los de la generación de mi edad, aproximadamente 50 años, han cambiado radicalmente la letra. Del larismo con que iniciara sus primeros libros ahora tenemos escenas depuradas y desnudas, sin adornos, hechos, situaciones cotidianas. Creo además que varios están leyendo algunas cosas sagradas, tratando de anular los egos y de comprender que el poema del país lo escribimos entre todos.
Cruz había buscado la radicalidad en la provincia, no el pintoresquismo ni la postal idealizada. Escribe desde un laberinto de montañas, imposibles de no mencionar en su obra. Por eso el poema sobre el grillo, por ejemplo, es importante. No es el canto de los grillos que nos lleva a un pasado en donde todo era ideal. Es ingenuo pensar así. Ya no hay vuelta atrás, ya masacramos el mundo y, como dice Donna Haraway, hay que ver cómo convivir y morir en un mundo que ya matamos” (Germán Carrasco).