Catalejo
Cinco cerros confinan el centro histórico de Concepción, cada cual con su propia forma, escala, contexto e historia. Amarillo, Caracol, Chepe, La Pólvora y la Virgen constituyen los hitos de un invisible recorrido perimetral por la ciudad, el cual rodea otro sendero, aquel que nace entre los cerros de la Universidad de Concepción y avanza por el boulevard Barros Arana hasta el borde del río Biobío, y que paulatinamente se ha consolidado como un trayecto sin retorno, al igual que en rasgo fundamental en el reconocimiento de este tejido urbano como una ciudad fluvial. Cada uno de estos cerros es una referencia para quien transita, tal como un faro en el litoral es un aviso para los navegantes. Es señal y resguardo para quien observa a la distancia, un vigía anónimo provisto, por qué no, de un catalejo. A partir de esa imagen, ideamos una ruta hipotética entre los cerros de Concepción, para que aquel observador pueda recorrerlos, percibiéndolos como destinos que acogen, refugios para contemplar y ser contemplado, permanecer y avanzar, como lugares de encuentro y soledad.
Concretamente, planteamos aquí una intervención específica para cada cerro, que no pretende actuar como una respuesta definitiva, sino como una pregunta abierta -en lenguaje de proyecto arquitectónico- en relación a un problema aún inexistente: la consolidación de un nuevo recorrido para Concepción. Así, presentamos un objeto autónomo, sólo definido por las leyes que demarcan su contexto inmediato y que exigen que el espacio contenido tenga un uso determinado dentro de los márgenes de su escala y forma. Cada propuesta es, por sí misma, capaz de acentuar u otorgar significado a un lugar, o bien, desde una mirada de conjunto, ser la referencia, la señal, para comenzar, continuar, permanecer o finalizar un nuevo itinerario por los cerros de Concepción.