Reseña

«El trayecto» de Rolando Rojo Redolés es una novela autobiográfica donde su protagonista se despide de su barrio y de la gente que conoció y que aún está con vida. Cumple ochenta años el día cuando realiza este recorrido por siete cuadras que simbolizan distintos recuerdos de su existencia, desde la niñez en la casa de su abuela.

Doña Encarnación, su mujer, a la hora del almuerzo, le silbó, como cada día, los compases de «La Internacional». Esa vez, no hubo respuesta. La anciana volvió a fruncir los labios secos y, sorprendida por la demora, se asomó al taller zapatero. Ahí estaba el compañero de su vida como dormitando. «Lucho, viejito», le susurró al oído. Le puso la mano sobre el hombro y el maestro se desplomó como monolito burgués en día de revolución. Doña Encarnación ahogó un grito entre las encías, se secó las manos en el delantal y de carrerita partió donde las Bugueño que, despeinadas, en camisa de dormir y sin calzones, corrieron al conventillo. Entre las tres hermanas levantaron al maestro. Le lavaron el cuerpo con lavaza, le sacaron tachuelas rezagadas de la boca y no fueron a preparar la capilla, porque una oscura intuición las hizo sospechar que el trámite no agradaría al difunto.

Mediante un relato paralelo y manteniendo la narración en primera persona, nos cuenta de Elisa, aquel amor interrumpido con el exilio. «Decidimos casarnos en una ceremonia civil y privada. Ella, para insistir en que las segundas partes nunca fueron buenas y yo, con media centuria bajo mis zapatos, para descubrir las capas subterráneas de un sentimiento reposado y maduro». Pero Elisa murió hace diez años y él está solo en un barrio que ha cambiado y del que logra rescatar pequeñas reminiscencias del ayer hasta llegar al puente, donde logra reencontrarse con su abuelo, con su padre y con las risas de Elisa.