Reseña

Augusto Capdeville Rojas (1864–1932) es considerado hoy uno de los fundadores de la arqueología del norte de Chile debido a sus investigaciones realizadas entre las décadas de 1910 y 1930 en los alrededores de Taltal, en la costa del desierto de Atacama. Aunque era oficial de Aduana y jamás tuvo una formación profesional en arqueología, logró gran reconocimiento entre los círculos científicos de su época. Como parte de su práctica investigativa y de creación de conocimiento, Capdeville regaló, intercambió y vendió millares de objetos como piezas precolombinas, cartas, fotografías, dibujos, mapas, folletos y libros con quienes entabló relaciones a distancia para discutir sus principales descubrimientos, teorías e hipótesis arqueológicas. Una diáspora material poco estudiada, pero que refleja la mecánica y los dispositivos detrás de la producción de conocimiento arqueológico a comienzos del siglo xx. En esta presentación exploro la red de relaciones en la que coparticipó Capdeville enfocado en el estudio de algunas de sus tramas nacionales e internacionales, a partir del análisis de aquellos materiales que estuvieron en circulación, tales como objetos precolombinos, imágenes y textos, depositados hoy en archivos, museos y colecciones privadas en Chile y el mundo. Propongo que el conocimiento en torno a la arqueología y la prehistoria de la costa de Atacama que habitualmente se asocia a Capdeville, en tanto autor e investigador, no fue resultado de una agencia individual y exclusiva, sino colectiva y plural, en la que coparticiparon también todas aquellas agencias con las cuales interactuaba en la conformación de su red. Una red sostenida y estructurada gracias al flujo multidireccional de objetos, fueran estos precolombinos, visuales o escritos, todos ellos anclados a ideas y nociones que se moldeaban y transformaban en su flujo a través de los diferentes nodos de la red, en donde cada agencia dejó una marca propia, una inscripción perenne en este saber colectivo. Desde esta perspectiva, el flujo de objetos en la actividad científica ya no puede ser entendido como un fenómeno anecdótico y circunstancial, para tomar un rol protagónico en tanto mecanismo y dispositivo de la máquina del conocimiento.