Marta Colvin
Diálogos en el presente
DESDE LO TOSCO A LO FINO
Las voces de la materia
Los primeros indicios del modelamiento de la materia por parte de los seres humanos datan según las consideraciones tradicionales desde el Paleolítico, es decir alrededor de unos 2,6 millones de años hasta aproximadamente 12.000 años antes de la era común, siendo considerada esta época la más larga de la Prehistoria. La producción de los trabajos estaban orientados a la elaboración de herramientas de caza, pesca y recolección. Entonces ¿Cuándo el ser humano primitivo comenzó a escuchar las voces de la materia? Ya que era en este lugar donde pervivía a través de su vínculo natural, es decir, en la naturaleza.
Sumergido en el determinismo de la Natura, ese destino que según la tragedia griega caía sobre las víctimas transformando todo en pérdida absoluta de sentido inclusive la libertad misma, porque no había tal. Esto se debía a que el ser humano se consideraba indiferenciado de esta Madre, siendo parte de la materia tosca, como algo casi indeterminado, ya que no se distinguían los límites entre la madre y el hijo, entre la naturaleza y la humanidad. Sin embargo, avanzando sin conciencia de ello, los humanos comienzan a dar testimonio de sus inquietudes, si nos permitimos el uso de una expresión tan profunda, a través de las evidencias de su arte y religión.
Por lo tanto, estos registros dan cuenta del salto cualitativo que se dio en el momento en que al igual que un niño o niña tiñe su mano con pintura y deja en la pared de la casa nueva, su firma, el registro de su identidad y de su presencia, jamás casual en el mundo. En otras palabras, comienza el viaje del distanciamiento, el avance algo más consciente, el camino de la ruptura del imperio determinista de la naturaleza hacia la construcción del mundo, de su mundo y esto vale tanto para quienes dejaron sus marcas en las paredes de la cueva o de las casas y departamentos modernos.
Desde este instante que si contáramos con los dedos los años de ese pasado nos resulta muy lejano, pero es tan sólo un parpadeo dentro del sueño de la humanidad, al igual como si la Divinidad desde lo eterno considerara toda la existencia en su temporalidad resulta “una nada”, un vacío creado en la contracción de la eternidad, viene a alcanzar un viaje de descubrimiento desde lo tosco a lo fino o refinado, encaminado por las voces ocultas en la materia y que en este caso, se presentan unidas en conversación entre las obras de la artista chillaneja, la escultora Marta Colvin y las palabras de mujeres poetas destacadas del Chile actual.
Hay que aprender a escuchar, es lo primero, para reconocer en uno/a mismo/a las voces que hay en el mundo, porque en sí mismos/as somos el mundo, se es cada piedra, árbol, cada momento de la historia por transformar, elevar, a veces fracasar y otras volver a intentar, dejar de soñar para tener nuevos sueños, emanciparnos contra la esclavitud, contra todo lo que oprime, arriesgándose a cruzar los mares que así lo demanden. Por último en este esfuerzo y compromiso diario, romper con la cadena del mayor dictador del mundo, de nuestro propio mundo, es decir, el sintético nombre, de dos letras, nuestro “yo”, para ser un “nosotros” donde todos seamos en unidad. Ese viaje es el que no termina y se evidencia en la obra de estas mujeres del arte y la palabra, que nos obsequian la posibilidad de un verdadero encuentro que es la humanidad, esa tosca materia y fina de voces ocultas que cantan músicas propias y cuentan historias compartidas.
El acierto de Violeta Ediciones, editorial de la región de Ñuble creada y dirigida por una mujer de estas tierras, la poeta Diana de la Fuente Ortega ha sido congregar en el tiempo presente la poesía y escritura de destacadas chilenas: Lila Calderón, Elvira Hernández, Rosabetty Muñoz, Soledad Fariña, Margarita Bustos, Yeny Díaz Wertén, Eugenia Brito, Mirka Arriagada, Pía Barros junto con el pasado la obra escultórica de Marta Colvin de la reconocida chillaneja a nivel internacional además de la evidencia fotográfica por medio del trabajo del registro visual de Nicolás Bezanilla, fotógrafo, donde el ojo retiene el instante de la piedra y el aire, para que a través de este libro Marta Colvin, en diálogo con el presente el futuro se redima en el placer de encontrarse en su lectura y confirmando las voces ocultas que esperan ser reveladas en lo profundo del barro y el fuego, la materia y lo divino que es nuestra humanidad. ¿Qué voz escucharás? Disfrute cada uno de ustedes esta maravilla.
Elgar Utreras Solano
Violeta Ediciones