La mirada es más órgano que el ojo
Mirar sin ver, y sin embargo ver. Hablarse con dos lenguas distintas, y sin
embargo entenderse. Violeta Kerszberg narra con sutileza un mundo que
parece flotar, casi como si se lo soñara. Pero que tiene detrás una historia tan
real y tan concreta que no deja de aparecer, tangible como sus huellas. Relatos
y fotografías insisten en La mirada es más órgano que el ojo, porque son
recursos para una memoria que se sabe acechada de olvido. ¿Cómo contar, no
ya un recuerdo, sino la formación del recuerdo? Como lo hace Violeta
Kerszberg: con lirismo y maestría.