El siniestro experimento del Doctor Pavor
En un pueblo llamado Teluria, cuya fundación no tiene fecha, tiembla cuatro veces al día. Sus casas son de plástico, no hay restoranes ni internet, y en su única plaza los habitantes comentan las teleseries del día mientras los niños juegan en plena seguridad. Sin embargo, desaparecen personas y se escuchan atronadores sonidos que provienen de un cerro de cardos.
Un reportero del diario La Opinión acude investigar lo que pasa en el pueblo de quinientos habitantes, luego de la desaparición de un equipo periodístico, tragado por un extraño monolito. En sus cartas al director, los telurianos atribuyen el enigma al siniestro doctor Pavor, quien vive en una tétrica casona en un cerro.
Como una ciudad en miniatura al estilo de Tim Burton, Christian Morales configura un juego infausto de locura y progreso científico. Aquí no hay pedagogías ecologistas ni mensajes de mundos ideales, lo imaginativo se abre paso en la experiencia de terror gótico y moderno.
Como aquel Prometeo que le robó el fuego a los dioses, Pavor es un Frankenstein posmoderno y atormentado que desea ir en contra de la naturaleza mortal de los seres, ocupando los cuerpos de otros para satisfacer su racionalidad retorcida. Es su revancha ante el mundo que lo menospreció por su fealdad. Su conocimiento científico será la llave para su trascendencia.