El silencio del naranjo
Caminando entre nosotros a diario, con una mirada al suelo en busca de llevarse lo que los demás anhelan que no esté, trabajadores de un naranjo vistoso desaparecen de las miradas para camuflarse en el paisaje de la ciudad de grises insertada en los verdes del lluvioso sur
de Chile. Deambulan día a día tales ánimas que recorren los espacios abandonados por las pisadas de los transeúntes. Nos habitan vestidos de fosforescencia, pero pocas veces caemos en la cuenta de quienes son aquellos personajes que entregan su vida la labor de mantener limpios los caminos.
Durante los últimos dos años he seguido a los trabajadores de aseo de la ciudad de Valdivia. Entre recolectores de residuos domiciliarios, carreros y cuadrillas de barrenderos, compartí parte de sus rutinas. Logré atesorar sus historias y también la amistad que formé con muchos de ellos. Observé sus rutas de trabajo y como las herramientas se aferraban con gusto a sus manos. Los colores y aromas cambiaban drásticamente cada vez que terminaban una cuadra y el paisaje que se logra contemplar destaca lo hermoso de la ciudad. Compartí sus rabias, alegrías, desafíos y como distintas acciones inconscientes complican sus rutas y desordenan sus rutinas.
En sus ojos logré ver como se reflejaban las diferentes vidas, sus pupilas gastadas iluminaban mi cámara en conjunto con las conversaciones que inspiran mi trabajo. Entre la neblina, las nubes cargadas de agua, el apreciado sol de invierno y los reflejos encontrados, destacan las
texturas que le dan el sello a mi trabajo, resaltando los colores que conforman cada una de las temáticas.
Los personajes me abordaron emocionados por mi cámara ya que muchos de ellos jamás fueron fotografiados. Muchos otros escondidos detrás del uniforme resguardan su identidad y se cuidan de ser expuestos, ya que su pasado los condena.