301/401
Zuleta señala a sus poemas como crucigramas, como un laberinto donde ocultarse y así evitar la rima, la significación oculta en un oxímoron o en otra figura literaria. La escritura, ese placer oculto no podría de ningún modo convertirse en su delator y menos en una confesión. Y quien golpeó su mano no hizo sino extenderla a través de las páginas. Y la llevó asimismo a inquirir, como a todos a quienes nos dio por escribir, cuál es el sentido de este oficio de hacer cuadrados con palabras; de construir absurdos cuadrados con palabras sin escuadra o plomada que no sirven de ladrillos pues bailan en el aire y se esfuman o vuelan o simplemente ignoran como asirse en el ágora al parlar del comercio; ni se usan siquiera de norma pues nadie los acata, ni siquiera entre quienes los ocupan como tipo de cambio y ni a ciencia alguna obliga. Existen sin embargo estos artefactos sin tiempo y sin espacio y en ellos felizmente habitamos. Zuleta Vásquez lo entiende.