Errantes siderales
Cuando comencé a pensar en el título de este libro, visualizaba a los seres humanos como capitanes de sus propios destinos; sus barcos como sus propios sueños, dones y talentos; la Vida, como el inmenso océano que debemos atravesar, con todas sus turbulencias y tormentas. Sin duda, una prueba inmensa, compleja y misteriosa.
En ese viaje, en ese navegar por la existencia, erramos: nos equivocamos, tropezamos, vagamos, vamos a la deriva, deambulamos sin rumbo por la incertidumbre, el desconocimiento y la ignorancia sobre el qué nos depara la Vida y qué habrá más adelante del camino.
Sin embargo, a pesar de las intensas emociones que nos puedan provocar nuestras equivocaciones y fracasos, ¡qué grandes aprendizajes son todos esos errores nuestros, qué importantes maestros son! ¡Cuánto crecimiento contiene el sufrimiento y el dolor cuando son concebidos como una semilla, la cual debe romperse para brotar, crecer y dar frutos!
Y es que crecer duele y hay que ser un valiente capitán para atreverse a transformar la propia realidad y así dar un paso en nuestra propia evolución como seres encarnados en la Tierra. Porque, creo firmemente que somos parte de algo mucho más grande y profundo, soy un convencido de que nuestro origen está en el Universo y bajamos a la Tierra a vivir las experiencias necesarias para nuestra sanación, desarrollo y transmutación como almas.
Por esta razón, es que nos concibo como energía cósmica, que viaja desde las sagradas alturas hasta este planeta para dar una batalla interna en el inconcebible océano que es la existencia. Y así, una y otra vez, hasta que aprendamos las complejas lecciones de la Vida, porque estamos de paso en este mundo, porque somos todos, sin excepción, errantes siderales.
Así es como este libro lo escribo desde mi ignorancia natural humana y, al mismo tiempo, desde mi sentir como alma proveniente del Universo. Esa dualidad está aquí presente, en un intento de convertirse en poesía.