No dejes de escribirme
Cartas a la madre
s posible que muchos escritores y artistas guarden ciertas reservas con los asuntos íntimos presentes en su obra. En cambio, su correspondencia puede ser el reino de la libertad en el que todo cabe, en el que es posible la confesión sin pudores, la declaración desesperada y, en el caso de las cartas a la madre, un diálogo –o a veces un monólogo– vital, un reproche, un ajuste de cuentas o un consuelo al amparo de un edípico vínculo.
Cada una de las cartas contenidas en 𝙉𝙤 𝙙𝙚𝙟𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙗𝙞𝙧𝙢𝙚, nos hablan desde su silencio de desvelos y afanes, de alegrías y derrotas, en las que ingresamos a un universo personal, a las tensiones y contradicciones de un lazo vital que marca un destino.
Cartas llenas de amor, ternura y complicidad, mensajes de perdón y agradecimiento, pero también de capricho e incomprensión. Epístolas en las que fluye la escritura íntima y latente que da cuenta de ese vínculo, único e indeleble, al que estamos unidos.