La religión de la muerte
Post scriptum sobre viejos y nuevos fascismos
“Cada revolución produce su propia contrarrevolución, y en los momentos álgidos de la lucha de clases la revolución y la contrarrevolución se desarrollan contradictoria y simultáneamente, interactuando y modificándose una a otra. De este modo, no es de extrañar que tal como a fines de los sesenta se desarrolló una nueva izquierda de naturaleza radical y antiautoritaria, el mismo escenario y las respuestas que provocó incluyeron la reconfiguración de una nueva derecha, a su manera también bastante sesentayochista […]
Si atendemos al discurso fascista es difícil ir y clasificarlo inmediatamente como una expresión de derechas. En mi opinión, el fascismo no es exactamente de derecha o más bien necesita presentarse como una combinación o superación de la dicotomía derecha/izquierda, con lo cual aparece como un fenómeno novedoso y distinto de la derecha convencional, que incorpora aspectos centrales del discurso y posiciones propias de la izquierda. Es mi impresión que sin este elemento de ‘confusión’ el fascismo pierde su especificidad, para confundirse y disolverse en la derecha propiamente tal, posición desde la cual no lograría cumplir con los objetivos específicos que tiene en la estructura y dinámicas de la dominación […] este confusionismo que desafía la distinción clásica izquierda/derecha es el signo distintivo del fascismo propiamente tal, en cuanto movimiento político”.