Reseña

“Como una hoja que arrancamos de un cuaderno
así arrancamos a veces de nosotros mismos”


Se pule una piedra y surge un diamante. A manera de oráculo, Alejandra explora sus emociones para engarzarlas con el arte. Es el miedo el motor de este libro: el miedo como vehículo, como alfombra que teje las mil y una noches de encuentro y desencuentro, de amor al ser más importante de esta Tierra; uno mismo.

Ya la división capitular antoja las lianas que encabalgan el universo simple de lo cotidiano con lo profundo y sincrónico. La autora se vuelve esencial y habla en segunda persona a ese lector tácito e implícito que la convoca, que la sigue como amigo en búsqueda de su propia esencia. Ella ama la libertad, pero sobre todo el reencuentro consigo misma. Se busca en la sombra y en la valentía de barrer las miserias propias, descubre la espiral de la vida contraria a la linealidad de lo enseñado, y busca en lo cotidiano el aprendizaje.

Lo radical se humaniza y logra llevar como equipaje nuestro corazón al otro extremo del recuerdo para volverlo presente, sublime y rotundo a la vez. No queda sino atesorarlo y disfrutar lo que a partir de su lectura, en uno mismo, florece.