Reseña

Comencé a pintar después de sufrir un accidente. Durante esa época me encontraba dedicado al diseño de estrategias de reducción del riesgo de desastres y adaptación climática. Inspirado en los territorios en los cuales trabajaba emergieron representaciones de mi cuerpo dolido. El cuerpo y el territorio están indisolublemente conectados. La muestra Naturaleza Extraviada: Cartografías Abstractas cuestiona nuestra relación con la naturaleza: el resultado de la intervención extractivista, injusta, epistémica y ontológica; donde la naturaleza sufre un dolor que no es accidental.
Bosques, cuencas, costas, humedales, mares, nubes, quebradas, ríos, salares, volcanes, cielo, cordillera y mucho más, comparten espacio en estas pinturas; donde la naturaleza es una construcción abstracta. Una invitación a conversar sobre el desastre que produce la crisis climática y la relación violenta con la naturaleza. Es en esta relación destructiva donde la naturaleza se extravía, donde nosotros y nosotras nos equivocamos.
Lo usual es definir a la naturaleza como un ente distinto al ser humano; en una categorización binaria que destruye nuestra capacidad de imaginarnos como una sola unidad. Sin embargo, nosotros somos parte de la naturaleza y defenderla es cuidarnos a nosotros mismos. Estas pinturas están formalmente inspiradas en la naturaleza como un “allá”. Sin embargo, espero que estas obras interpelen a pensarnos desde un “nosotros”.
Estas cartografías mapean las interacciones entre el entorno natural y el intencionalmente construido; aquello que en los datos estadísticos y cartográficos es capturado como representaciones supuestamente objetivas. La mirada cenital que prevalece en mis obras se asemeja a volar sobre un territorio o al de un mapa producido por un dron; no son representaciones exactas del territorio al que hacen referencia, sino cartografías que reconocen la interconexión entre los sistemas naturales y sociales.
Texturas ásperas, marcas en el material, capas de color, líneas rectas que rompen patrones circulares y la aparición repentina de colores menos aparentes muestran la tensión entre seres humanos y medio ambiente. Son mapas de nuestros territorios en azules, calipsos y dorados, y pinturas iridiscentes que insinúan la existencia de tesoros naturales. Estas formas fluidas y colores vibrantes contrastan con trazos negros y grises que representan intervenciones humanas como la contaminación, extracción y/o invasión.
Busco develar ciertas verdades, aun cuando sean incómodas y hasta traumáticas, simbolizando la interconexión de ecosistemas, sistemas políticos y económicos, y las demandas de la cotidianeidad cultural y psicosocial. El futuro es incierto en un planeta que cambia como resultado de nuestra actividad humana. Por ello, necesitamos compromisos efectivos que eviten la destrucción inexorable de nuestro entorno.