Florido, clavel
A las pantallas de nuestros computadores les florece una chapa de cerradura cuando uno se domestica, cuyo cilindro no acepta llaves que no estén bien lijadas. Pero a veces, en cambio, es mejor ser como los bueyes, que tiran del arado pisoteando los peros; animal que no camina hacia atrás. Una yunta de claveles hace tracción y el campo queda florido. La doma narrativa uniforma los párrafos, y atrás bien atrás se relega el estero de la inconsciencia, achicado entre tantas compuertas, tantas cerraduras con llaves que se mueren en la rueda.