Nadie fue
Hay tantas maneras de perder un hijo, si lo piensas día a día mueren hijos, porque todos quienes pisamos la tierra somos hijos de alguien, hasta llegar al Padre, o a la Madre, o a la Nada, un sinfín de posibilidades que nos deja este misterio. Lo que cambia toda esta perspectiva es que cada uno tiene una pequeña bomba de sentimientos cuando muere explota haciendo añicos el corazón de los más cercanos y cayendo esquirlas en los más lejanos, quienes también sienten el pinchazo profundo en tu interior. Cuando sentimos que es injusta la partida, llegamos a enloquecer de dolor, se siente como perfora el hielo y el alma se arranca del cuerpo. Tratar de sentir el dolor ajeno solo nos acerca, crea empatía, sin embargo lo habitual es alejarnos lo más posible de lo feo, lo triste, la derrota de la pérdida. Si eres valiente y quieres aventurarte en esta historia, entenderás que vale la pena seguir, hasta el final, porque en los escenarios más adversos siempre hay una luz, esa luz que aún brilla en ti, por ti, para ti.