Varona
Dios que oculta en lo cotidiano a cada poeta que debe pervivir
y autoabastecerse. Son inolvidables los versos “La noche
se acuesta conmigo/ sólo nos queda esta noche”.
“Padre nuestro que estás en la botella” o los versos que
enriquecen el cuerpo de este libro:
En esta hora de llanto
Que esta oscuridad que duele es mi dueña
y antes de ella yo estaba sola.
Haciendo una variación en el rango divino, “Varona” viene
a “librarnos de la sed” que tenemos de contemplar, oír y
compartir la verdadera poesía. Para leerla, entonces, les
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ciones” “ni ordenen la mesa” “ni digan, hola amor” “ni,
adiós, cariño”, simplemente deténganse a oír esa piedra
que Dios lanzó en nuestro tejado de vidrio y cuyo eco se
convirtió en el alimento que anima a cada poema y al conjunto
todo de este imprescindible poemario de nuestro
tiempo.