Crueles y salvajes
Los personajes de Araya fuerzan sus límites y se aventuran por terrenos inexplorados para sus propias conciencias. Hombres que reniegan de sus afectos y empatizan con tragedias ajenas, que se mimetizan con los criminales que persiguen o que aceptan el pago sangriento de un dictador acosado por los espíritus de sus víctimas, exponen sus miserias para ser juzgados por la misma sociedad de la que se alejan.
Pero estos relatos no están exentos de ternura. El amor filial asoma como bálsamo entre la denuncia y la sátira, convirtiendo a Crueles y salvajes en un viaje vertiginoso, con tintes de humor negro, por los intrincados caminos del alma.