Cielo naranjo
Y otros cielos
PRÓLOGO
Hay un Mundo donde los sueños se hacen realidad, donde un momento puede parecer eterno, donde un aroma transporta al pasado, donde una mirada enseña más que una biblioteca antigua, donde, un día, una creación infinita apareció de la nada. Aquel mundo alberga noches, donde sus fulgentes llamas insinúan no morar tan lejos, donde el silencio es una apacible melodía, donde la sombra de variación no tiene lugar para esconderse. Cuando acaece lentamente el alba se levanta la vida, el esfuerzo y la ilusión, sin embargo, es el atardecer quien mantiene latiendo el amor, el romanticismo y la contemplación; es allí que el firmamento despliega todos sus caprichos, y también sus beneficios. En aquellos segundos inmortales el mundo ajusta sus engranajes, tensa sus sempiternas leyes y desenrolla sus diversos cielos: cielos celestes y rosados, cielos rojos y morados, cielos naranjos... y otros cielos.
Sin duda el cielo es un reino: el reino de los cielos, habitación de la Divinidad, hogar de la santa hueste angelical, escondrijo ideal de los misterios que pululan aquí abajo. Es por esta razón que cada porción de la presente obra ha sido impregnada con tales encantos y brebajes, conectando los fenómenos naturales a una Providencia celestial, jugando con los emblemáticos Acrósticos y explayando algunas experiencias con voz de instrumento musical, creyéndose Antífonas.
Así, hoy se exhiben una recopilación de los Cielos del autor: perfectos y ordenados como los Sonetos; y otros cielos: entrañables y vehementes como los Cantos.
Ese Mundo esférico, que se ve plano, colmado de agua y rebosante de aire, se llama Tierra: ¡vívelo y pálpalo viajando junto a este libro de bolsillo, cual aeroplano!