Música al atardecer
Relatos de una joven porteña de los años 70
La memoria sabe, y parece que solo se puede saber cuándo uno ha estado en presencia de una autentica experiencia, cuando algo en nosotros lo recuerda o exige o anhela el recuerdo de su ritmo. Sin poder evitarlo, estas historias privadas quieren ser contadas, el idioma privado debe convertirse en púbico, para no arriesgarse a quedar para siempre como asuntos incomprensibles. Para eso Aída Mora escribe. Con la certeza incierta de que tiene algo que decir y con el impulso de querer hacerlo, de querer escribir y de que alguien necesitará leer estas páginas.
No es suficiente que aprendamos a hablar de nuestras experiencias privadas, también necesitamos explorar las tradiciones a las que pertenecemos, las comunidades culturales que se extienden en el tiempo, a veces a través de las generaciones.