Reseña

En un instante sublime ante la muerte’ todos los libros son difíciles en cierto nivel de lectura, sugería Roberto Bolaño, pero los buenos libros son también fáciles en un primer nivel de lectura. Ahora, si es buena literatura, siempre, siempre es difícil en el fondo. Algunas de las funciones de la poeta Cristina Wormull Chiorrini son las de crear, velar, cuidar a la poesía, seguir sigilosamente su dictado, de cerca, fielmente. Cuanto más te sumerjas, más aire necesitas para soportar su profundidad y la presión que ejercen sobre nuestra conciencia. Aquel que lee ofrece a la creadora de los poemas los méritos trascendentes de las fuerzas y de las gracias que se desenvuelven en ella. La poesía como una memoria de los mejores días, quién la lee la rescata, la hace presente y la eterniza, sin tiempo. La escritura de versos es un extraordinario acelerador de la conciencia, del pensamiento, de la comprensión del universo. Quien escribe un poema escribe porque la lengua le inspira -cuando no le dicta- el siguiente verso. Esperas, como poeta, copiar bien aquel dictado de lo otro, de la poesía, del poema, confías en su consigna y en aquello que te exige. Abandonado, totalmente entregado, descubres su morada. No sabías dónde estaba, la memoria lo ha encontrado por ti : ‘La música viene y va en el aire junto a mí / trae y lleva tu recuerdo / sobre mi cuerpo una caricia fantasma’.
De este modo, la poesía de Cristina Wormull Chiorrini se personifica y ella la convierte en su vehículo, la corporalidad, donde se repliega y se va haciendo, sola e independiente. La poeta, entregada al exterior, libre, en constante riesgo, temeraria, expuesta al peligro de la flecha silábica, lingüística, temporal y vulnerable: ‘Los días han transcurrido perezosos / al contrario las semanas y meses / han volado raudas tras el viento’.