Marican
Drama histórico en tres actos y en verso
cuánto se parecen a nosotros: los contemporáneos de Marican, Maricunga, Tatara, Coluba, Atuntaya, Moroco y los otros. También, es posible dialogar en la obra con los invasores: Almagro, el cura Molina, Chirica —los orejones— y los demás usurpadores.
Por arriba del drama que aquí se desata, se puede encontrar lo sincrónico: el amor, la solidaridad, la valentía, la responsabilidad. Pero, también: la ambición, la maldad, la justificación en nombre de Dios. Se puede oler y otear la atmósfera: trauma que se vive cuando llegan los invasores. Y, que aún persisten de otra forma: así el consumismo y la enajenación.
Pero, tal vez, el mejor aporte de esta obra es el testimonio de Marican por su tierra, por su ethos, por su cosmovisión; por su forma de vivir y convivir primigeniamente en conciencia con el medio. Es una propuesta tremendamente moral: un gran desasosiego de poner énfasis —en lo que iba a ser el mayor riesgo de la sociedad— en el respeto por el sustento: equilibrado, soberano y en concordancia con el medio ambiente. Más allá de la barbarie, esta es un canto para resguardar el valle”.