Lotería de Concepción
Cien años de historia. 1921-2021
Este libro cuenta de los lazos indisolubles existentes entre el plantel universitario y la Lotería de Concepción y deja testimonio de los esfuerzos, dedicación y compromiso de un conjunto de hombres y mujeres que, inspirados en los más altos ideales, fueron capaces de trabajar tesoneramente para asegurar una línea de financiamiento a la naciente universidad, sin la cual no habría sido posible superar su etapa fundacional ni menos asegurar su sostenibilidad económica durante al menos sus primeros 50 años.
El Comité que dio vida a la Universidad de Concepción, si bien tenía la convicción de que en la región existía una necesidad imperiosa de fundar una universidad que brindara oportunidades de formación profesional a las y los jóvenes que año a año egresaban de los Liceos existentes y que no tenían los medios económicos para trasladarse a la capital, a poco andar la realidad demostró que la hermosa cruzada ciudadana emprendida desde el año 1917, que fue resueltamente coronada dos años después por don Virginio Gómez González y sostenida por la voluntad y buenas intenciones de todos quienes le secundaron, corría serio peligro de desaparecer si no se encontraba un medio de financiamiento que asegurara mínimamente su funcionamiento.
Los cuatro cursos universitarios fundacionales, al segundo año y conforme avanzaban en su malla curricular, necesitaban el doble de profesores. Como si esto no fuera un desafío, se requerían además nuevos espacios, instrumentos y materiales que tenían un costo que había que solventar. La llegada de Enrique Molina Garmendia desde Estados Unidos vino a generar conciencia de la precariedad existente y, tras resistirse porfiadamente, accedió a estudiar y más tarde implementar una idea sugerida por el abogado Luis Cruz Ocampo, encaminada a realizar “donaciones con sorteo” entre aquellas personas que hicieran una erogación a la Universidad. La idea, inédita hasta ese momento, pudo ser una feliz realidad gracias al trabajo realizado por quien logró capturar de manera armoniosa la urgencia de financiamiento que tenía el plantel, la responsabilidad institucional que se asumía al organizar unas “donaciones con sorteo” que estaban al filo de la legalidad, así como la necesidad que todo este proceso se realizara de manera transparente y de cara a la comunidad. Nos referimos a don Desiderio González Medina, a quien la Lotería le debe con creces su período fundacional y más.