Reseña

¡BRAVO WILFREDO! Cuánto bien hace la poesía en nuestra tarea de concienciación social. Este LIBRO es una magnífica muestra de que la poesía es latido de porvenir, la manifestación ideal de la razón y la palabra, el instrumento idóneo para la concienciación de los ciudadanos de la Tierra en los derechos básicos de la humanidad, en las máximas poéticas del derecho a la paz, la libertad, la salud, el amor, la casa y la tierra, desde la defensa decidida de la vida y de la Madre Tierra. Es una magnífica muestra de la poesía como un referente integrador que promociona el hermanamiento de las diferentes culturas y lenguas, siempre y cuando se parta de la voluntad de democratizar el arte y, en consecuencia, se saque a esta de los cenáculos de las élites, al objeto de dignificar la actividad poética alejándola de las ferias de vanidades y los prestidigitadores de la palabra, para poner el Verbo al servicio de las personas, de la paz, la libertad y el amor a la vida y contribuir así al ejercicio activo de la ciudadanía en la construcción y consolidación de democracias avanzadas con políticas de desarrollo sostenible y solidario.

¡Bravo Wilfredo! Ahí le has dado. La apuesta poética ha de ser irrevocable y debe sustentarse en la convicción de que es necesaria para la consecución de un mundo más justo, libre y solidario en el que las circunstancias vitales de los individuos humanos no los degraden ni deshumanicen; un mundo de comunicación y diálogo auténtico, en donde el verbo, la palabra, sea el camino y el ámbito cotidiano de las relaciones humanas y en donde la meta sea la justicia e igualdad social y la humanidad plena.

¡Bravo Wilfredo! Has abordado la cuestión de la realidad del individuo humano en la sociedad actual posmoderna, en la que el tiempo progresivo ha dejado de existir y sólo perdura el presente perpetuo, un presente en el que se desvanece la utopía de una humanidad sublime a la que supuestamente debía conducirnos el progreso continuo. Has plasmado en poesía el fundamento de cualquier supuesto ético que se resume en un imperativo moral que ha de regir toda acción humana y que debemos enseñar y convertir en preceptivo. Podría formularse de esta forma: "Actúa de tal modo, que el fin de tu acción sea siempre la humanidad; esto es, nunca consideres a los demás como medios para tus fines, sino, muy al contrario, como fines en sí mismos.

¡Bravo Wilfredo! Gracias por expandir a los cuatro vientos el orgullo de ser sujetos humanos, de convertir la poesía en proclama de libertad, bocanada de espanto lanzada a la gente, convocatoria de un acto de rebeldía y fortaleza de la dignidad humana.